PESADILLAS
Qué grandes son tus plazas y tus calles. Más grande es tu silencio, tu palpitar, tu atmósfera acariciante y cálida, como una madre.
Medina Runda, Medina... Tú estás en la soledad y la alegría de mi corazón.
Así hablaba Abul-Beka a sus hermanos, cuando vino al grupo uno tambaleándose porque habia ya mucho alcohol en su cuerpo y el espíritu se le salía.
Y todos lo apartaban y le daban de lado. Y el Poeta se acercó a él y, trayéndolo al centro, dijo:
¿Por qué negáis el calor a aquel que más lo necesita?
¿Acaso creéis que ha bebido por otra cosa que por olvidar la frialdad de la vida?
¿Porque ha habido debilidad en él le echáis?
¿Porque ha querido soñar despierto y ha tratado de trascender el umbral de su destino?
Y mirándole fijamente le dijo:
Hermano no dejes que te venza la hilaridad de la vida, porque tú eres la Vida.
No dejes que te venzan las pesadillas, porque pasan.
Y no olvides que también el hierro, cuando se le golpea en el yunque, se retuerce y grita, protesta y llora. Mas después, cuando, moldeado se hace objeto útil, todo él es alabanza para aquellos golpes que antes maldecía.
Vete, pues, a tu casa y medita sobre esto y no bebas más. Los golpes de la vida harán también de ti un objeto útil donde pueda beberse algún día la Luz.
Cayetano Arroyo.