VEN, AMADA MÍA
Ven, Amada Mía, volemos hacia la salida. Al menos hasta la puerta, aunque esté cerrada.
Desde allí sabremos que es necesario entrar en vela hasta que llegue la primavera y se abra Dana; del otro lado están nuestros hermanos para recogernos. Del otro lado está el ancho espacio donde múltiples caminos conocen nuestras pasos y cada rincón es un momento de nuestra eternidad.
Lleno de ti estoy y no puedo prescindirte sin prescindirme, porque, ¿qué pecho puede expulsar el aire sin abrir de nuevo sus brazos a él para recibirlo aún con mayor alegría?
Mis días y mis noches han vuelto a la calma y mi corazón humano está lleno simplemente con la idea de tenerte aquí conscientemente, aunque no pueda tomar todo el todo de ti con este vehículo físico que habito, igual que tú tampoco lo puedes tomar de mí; y este sufrimiento se vuelve una ilusión, porque con más ganas cuando lo dejo descansando me elevo y voy a ti, y tú a mí, y juntos volamos al menos por las interioridades de Dana. Y ella nos habla de sus secretos y también nosotros la ayudamos en sus padecimientos.
Ven, amada mía.